Mauve despertó con una sonrisa en su rostro. Había dormido mejor de lo que pensó que lo haría. Todavía le dolía la cabeza y su temperatura no mejoraba, pero su corazón estaba lleno.
Sabía que tenía algo que ver con la conversación que había tenido con Jael. No sabía qué significaba, pero si tenía que interpretarlo con sus propias palabras, Jael prácticamente le dijo que no iba a conseguir un compañero.
Lo primero que vio fue a Jael mirándola. Su rostro preocupado cambió rápidamente a uno inexpresivo.
—¿Dormiste bien? —preguntó él.
—Creo que sí —murmuró ella, llevando su mano a los ojos y frotándolos.
—Bien, te tomó mucho tiempo caer dormida anoche —susurró él—. Me alegra que pudieras dormir un poco. —Acarició suavemente su cabeza.
Recordaba esto aunque hubiera divagado constantemente, ni una vez se había irritado por ello. Mauve ni siquiera recordaba cómo se había dormido.