Mauve observó a Jael marcharse tras intercambiar algunas palabras con Jean. No había escuchado lo que dijeron ya que no estaba lo suficientemente cerca de ellos, y sus plantas acaparaban su atención. Quería terminar lo antes posible.
—Princesa —dijo Jean al acercarse lo suficiente.
—Buenos días, Jean —ella lo miró con una sonrisa en su rostro mientras regaba las últimas plantas.
—Veo que estás bastante ocupada esta mañana. Qué hermoso jardín tienes.
—Gracias, Jean —ella colocó la regadera en la esquina y se limpió las manos en su vestido. No fue una buena idea, pero no quería arriesgarse a ensuciar a Jean.
—¿Son esas amapolas? —preguntó él acercándose, señalando un conjunto de plantas.
—¿Las reconoces solo por las hojas? —preguntó ella con sorpresa en su voz.
—Sí, es la flor favorita de mi esposa —él respondió.
—Ella tiene un gran gusto —Mauve dijo con una sonrisa radiante—. Lo siento que no puedas verlas florecer.
Jean sonrió, —Eso no es tu culpa. Están fuera de temporada.