—¿Te gustaría que te describiera la pelea? —preguntó Jael.
Mauve levantó la cabeza bruscamente para mirarlo y lo vio mirándola hacia abajo. Pudo ver cómo las comisuras de sus labios se curvaban hacia arriba, revelando una pequeña sonrisa mientras sus ojos se posaban en ella.
—¿Harías eso? —preguntó, incapaz de ocultar su sorpresa. Ni siquiera había pensado en ello, y aunque lo hubiera hecho, habría asumido que él se opondría a que ella viera violencia. Pero parecía que no le importaba, y eso la hacía feliz.
—Por supuesto que lo haría. Puede que no pueda explicarlo bien —dijo mientras devolvía su mirada al campo—, pero al menos tendrás una idea de lo que está ocurriendo.
—Me encantaría —dijo con una sonrisa y envolvió sus brazos alrededor de los de él, que todavía la rodeaban.
—No creo que conozcas a los Señores que están peleando, así que solo los llamaré Metal y Madera —respondió.
Mauve frunció el ceño y miró hacia arriba.
—¿Por qué Metal y Madera? —preguntó.