Todo sucedió tan rápido que Su Wan ni siquiera tuvo la oportunidad de respirar. Contuvo la respiración mientras su espalda golpeaba el colchón y sus ojos se posaban en el rostro de su captor, no sabía por qué pero Lin Yu se cernía sobre ella. Una mirada de locura repentina en sus ojos como si algo dentro de él se hubiese roto—era aterrador y emocionante a la vez.
La bestia que siempre había estado dormida dentro de él finalmente fue liberada.
Y ella fue quien la liberó.
Su Wan podía ver el peligro en sus ojos, podía sentir las peligrosas vibraciones emanando de su cuerpo. Quería provocarlo aún más, tentarlo un poco y ver qué podría hacerle su bestia interior. Apoyándose, levantó ligeramente su torso antes de arquear una ceja hacia él, con una burlona curvatura de su boca espetó:
—¿Así que ya no te escondes?