Subir quinientos escalones no era una hazaña pequeña, especialmente cuando tienes que terminarlo antes del amanecer y regresar a casa. Su Wan estaba en su misión personal para reemplazar la cuerda roja en la que Lin Yan tenía tanta fe. Estaba toda ensangrentada y magullada para cuando llegó al escalón número cuatrocientos noventa y ocho. Estaba jadeando mientras de alguna manera se levantaba una vez más. Sus piernas y brazos temblaban, y la idea de rendirse venía a su mente una y otra vez. Cada vez que sus ojos se teñían de rojo debido a la sangre que escurría de su frente, una parte de Su Wan deseaba dar la vuelta y marcharse. Pero volver sin un reemplazo sería inútil, ¿no es así? De todos modos, ya había derramado sangre, y sus piernas y espalda también la estaban matando. Después de esta lucha tortuosa, bien podría subir hasta la cima y obtener lo que vino a buscar. Eso es lo que pensó pero