Si Su Wan no tuviera miedo de arruinar la despedida de Lin Rui, habría sollozado hasta que sus ojos estuvieran hinchados, pero no podía. Derramar lágrimas al decir adiós no era un signo de buena suerte, así que abrazó a Lin Rui tan fuerte como pudo. Tratando de poner sus sentimientos en este único abrazo hasta que lo volviera a ver; cuando era niña nunca pudo obtener el amor de su madre y por eso, se volvió un poco obsesionada con la idea de que un hombre la amara.
Por eso se subió al carro de Wang Tao al menor gesto de amabilidad de él, ni siquiera lo conocía muy bien solo dos meses y, sin embargo, le entregó toda su vida solo porque pensaba que él era amable con ella. Para cuando despertó de su obsesión, era una mujer mayor en sus treintas con un esposo infiel a sus espaldas y muchos trozos rotos de su corazón que tuvo que recoger desde el principio.