Fang Tao

—Bien, di lo que quieras —se burló Lin Chen sin querer que la chica tuviera la última palabra, así que señaló su cara y soltó—. Mira aquí, señorita cuenta cuentos, no tienes cesta y tampoco cuchillo de cortar o hacha. Si estuvieras aquí para conseguir leña no estarías tan indefensa rogándole a alguien que viniera a salvarte. Con un hacha usada para cortar leña, habrías manejado a este hombre por tu cuenta si lo que dijiste fuera verdad, diablos, incluso este joven no intentaría acercarse a ti con un hacha en la mano, ¿de acuerdo? Entiendo por qué te da vergüenza decirme que este hombre y tú son amantes, pero eso no te da derecho a hacerme sentir como una mierda, ¿de acuerdo? Estaba tratando de ayudar a Yu, pero en lugar de darme las gracias empezaste a saltar sobre mi espalda de esta manera.