—Lo hice. Ayer estaba agotada así que dormí profundamente. Gracias por preocuparte —Arabella ofreció su habitual sonrisa profesional para que sus criadas no malinterpretaran.
«¿Por qué Alwin de repente se preocupa por mí?»
—Ya veo. Me alivia saber que Su Majestad pudo descansar bien. He oído que ha estado trabajando mucho. Por favor, no se esfuerce demasiado, de lo contrario, Su Majestad se enfurecería.
«Ah, eso era. No quería ser regañado. Pensé que algo estaba pasando».
Las criadas de Arabella también suspiraron aliviadas. Estaban contentas de haber saltado a conclusiones y de que no hubiera verdad en sus suposiciones.
—Por supuesto. Hablando de Su Majestad, ¿lo trajiste de vuelta anoche? —Se refería a si Alwin lo había teletransportado.
—No. Estuve ocupado anoche.
«Oh, entonces realmente solo soñé con Fernando. ¿Lo extraño?»