—Fernando, me duele —se quejó Arabella cuando él la abrazó demasiado fuerte. Sus huesos podrían romperse si no lo detiene.
—¿Siempre me abrazó tan fuerte en sus sueños?
Él era mucho más gentil con ella en la realidad.
—¡Lo siento tanto! —Ferdinand levantó sus manos con las palmas abiertas al instante.
—Caramba. ¿Qué estás haciendo? ¿Cuánto más vas a seguir insistiendo en que esto es un sueño? —frunció el ceño hacia él.
—¿No lo es?! —Ferdinand miró alrededor.
—No lo es.
Su esposo parpadeó dos veces y miró por la ventana y preguntó a Rendell qué hora era. Rendell respondió sin problemas.
—¿De verdad hablamos de todo eso?! —él verificó.
Parece que después de todas las pesadillas que su esposo tuvo sobre que ella no lo aceptara, era muy difícil para él que esto estuviera sucediendo de verdad.