¿Te sientes incómodo?

—Eres tan malo. —El rostro de Arabella se puso rojo de vergüenza.

—Mis disculpas. No sabía que te llevaría al límite. Pensé que solo te pondría un poco en el ambiente. —Fernando se mordió el labio, conteniendo una sonrisa. Le encantaba cómo su cuerpo aún temblaba un poco.

—¡Tú! —Arabella golpeó débilmente su pecho y él le dio otro beso en el dorso de la mano.

Él lo estaba disfrutando ya que podía verla retorcerse de placer y gemir como loca sin que él hiciera algo travieso para que se volviera tan erótica.

Ella lo miró con enojo por divertirse demasiado mientras intentaba recuperar el aliento.

«Ups. Puede que realmente se enoje. Pero no puedo evitarlo cuando se ve tan adorablemente avergonzada».

—Te juro que no lo sabía. Todo lo que escuché de Ramón fue que nos haría querer aparearnos. No sabía que sería tan intenso cuando te marqué. —Fernando levantó ambas manos para indicar que realmente no retuvo intencionalmente la información, que no esperaba lo que pasó.