Si Fernando fuera honesto, había estado nervioso todos los días, incluso después de casarse con Arabella.
Temía perderla con alguien más. Se ponía celoso y envidioso de las personas con las que ella pasaba tiempo.
Si fuera por él, la querría toda para él mismo para adorarla. No permitiría que se mezclara con otras personas y la tendría encerrada aquí en su palacio en Estrella. Ni siquiera dejaría que nadie más pusiera los ojos en ella ni que percibieran un solo rastro de su aroma.
Pero sentía que hacer eso no la haría feliz. Por lo tanto, tenía que vivir como todos los demás y observar qué la hacía feliz.
Más temprano, estaba tan aliviado de que marcarla como su compañera finalmente se había completado. Sintió tanta dicha y placer al consumarlo con ella que terminó quedándose dormido tan profundamente durante unas dos horas.
No escuchó un solo sonido, aunque debería haber escuchado el trinar de los pájaros o el movimiento de otras personas en el palacio.