El dragón de fuego había regresado, y lanzó más hechizos de vinculación para evitar que Eleanor se liberara. Y sin aviso, rugió una advertencia en su dirección a pesar de decir antes que no haría daño a Eleanor.
—¿Qué clase de idiota es este? —gritó Arabella.
Fernando hizo que una pared de hielo los rodeara para bloquear el fuego. Algunas se agrietaron mientras que otras se derritieron, pero simplemente hizo otra capa hasta que el dragón de fuego finalmente se detuvo.
—¡Maldito seas! Podrías haberla matado —ladró Fernando.
—Sabía que la protegerías —sonrió el dragón de fuego.
—¡Mentiroso! ¡Aun así podría haber muerto o haber salido herida por eso! Dijiste que no me harías daño —gritó Eleanor.
—Solo si te comportabas. Pero no te estabas comportando. No deberías aceptar ayuda de esta cosa frágil y rompible —el dragón de fuego se refirió a Fernando para molestarlo.
—¿Qué? ¡Qué grosero! Fernando no es frágil y rompible —fue quien se irritó por ello Arabella.