—¿Estás enojado conmigo? ¿Hice algo grosero antes? ¿O pasó algo? —Fernando preguntó consecutivamente.
—¿Eh? No. ¿Por qué pensarías eso? —Arabella inclina la cabeza.
—Normalmente esperas a que te ofrezca mi brazo para escoltarte. O hasta que extienda mi mano para que podamos... caminar tomados de la mano —hacia el final, Fernando se sintió avergonzado por lo que estaba diciendo y miró hacia otro lado.
—Ah, eso —los ojos de Arabella se movieron hacia el suelo cuando la mirada de Fernando volvió hacia ella.
Él tenía razón. Ella usualmente hacía eso. Pero no hoy.
No cuando lo estaba extrañando un poco demasiado, podía actuar demasiado pegajosa cuando él tenía un asunto importante en el cual debía concentrarse. Especialmente desde que no había pasado tanto tiempo desde la última vez que se vieron.
«Ya me dije a mí misma que no seré una carga para él durante tales momentos. Quiero ayudarlo en lugar de preocuparlo más.»