La lancha rápida navegó hacia el mar, como un ligero bote que había sido liberado de pesadas cadenas. Huo Zizhen y la Señora Zheng aspiraron el olor a libertad y quisieron contactar inmediatamente a la Familia Huo para que vinieran a recibirlos. Desafortunadamente, en su pánico, parecían haber perdido sus teléfonos.
Huo Zizhen tiró apresuradamente de los bolsillos del mesero y se dio cuenta de que los cuatro estaban igual de pesados.
—¿Dónde está tu teléfono?
—No puedo traer mi teléfono al trabajo —gritó el hombre mientras conducía la lancha rápida.
Huo Zizhen tomó una respiración profunda y pensó en las reglas en el barco. Luego, preguntó en voz alta al hombre:
—¿Cuánto tiempo tomará volver al Muelle de Jinzhou?
—Señorita, tomará al menos cinco horas.
¿Quién sabía qué complicaciones surgirían en cinco horas, y hasta dónde llegaría el combustible de la lancha rápida? Si se encontraban con otro barco en el camino, podrían pedir ayuda, pero si...