En cuanto a por qué Huo Shengyuan tenía tanto miedo, no era porque temiera que el niño se convirtiera en su debilidad, sino porque temía que el niño se convirtiera en la debilidad de Mu Qingya.
—Qingya, ¿vale la pena? —Mamá Mu no quería que Mu Qingya se involucrara en los rencores de la Familia Huo. Podría haberse salido a tiempo.
Mu Qingya miró a Huo Shengyuan con odio. —No vale la pena, mamá. Ya le he suplicado, pero aún así no lo quiere. ¿Cómo puedo dejar que lo tenga fácil?
—Pero...
—Mamá, déjame decidir por mí misma.