—Tal vez deberías intentar casarte —sugirió Yu Dong—. Si eres una mujer casada, entonces la marquesa Qiao no te molestará.
—¿De Guatemala a guatepeor, eh? No, gracias, prefiero que me secuestren todas las noches.
Yu Dong se rió de las palabras de Song Yixu justo cuando se escuchó un fuerte golpe en la puerta y entró una camarera con el tazón de fideos de Yu Dong. Quizás Yu Xi estuvo ocupada y envió a la chica del bus en su lugar, ella entendía la prisa de la hora actual, así que Yu Dong agradeció a la chica del bus por la comida antes de tomar el tazón y colocarlo frente a ella, pudo sentir la mirada de Song Yixu sobre ella mientras sacaba una pequeña botella de agua espiritual de sus mangas y esparcía un poco sobre sus fideos.