—Ella debería haberlo protegido —dijo ella—, no sabía por qué tenía esta confianza inquebrantable en Yu Dong, de que ella lo protegería pase lo que pase, simplemente lo sabía en su corazón y ahora que ella estaba de acuerdo con la solicitud de alguien más para comprarlo y estaba dispuesta a venderlo... Xiao Hua, de repente ni siquiera podía respirar.
—Quería extender su mano y agarrar la camisa de Yu Dong antes de preguntarle por qué le estaba haciendo esto, pero antes de que pudiera hacerlo, su identidad llegó a abofetearlo en la cara con un fuerte golpe. Así es, ¿con qué privilegio iba a preguntarle, por qué lo estaba vendiendo? No era su amigo, ni su amante o su esposo —era solo una inversión que ella compró y podía usarlo como quisiera, ¿y qué si ella le devolvía el documento de esclavitud? ¿No tenía su nombre estampado en su frente seguido de las palabras en negrita que decían —propiedad de Yu Dong?
—¿Entonces por qué no puede venderlo? —preguntó él.