Déjame besar y comprobar.

—¿Hipócrita? ¿Yo? ¡Cómo te atreves! —exclamó Xiao Hua mientras se llevaba una mano al pecho indignado—. ¿Cuándo? ¿Cómo soy un hipócrita?

—¿Por qué? ¿No crees que una mujer gorda también merece ser amada, Hua Hua? —preguntó Gu Ke Xin, que parecía disfrutar mucho burlándose de Xiao Hua—. Acabas de decir que el libro era solo sobre amor y nada más, así que creo que incluso una mujer gorda merece ser amada si es amable y no tan guapa como los demás, ya que bueno, tú ves que está enamorada de los mer.

—Bueno, mi amor proviene de caras guapas, ¿de acuerdo? —Xiao Hua hinchó las mejillas y rodó los ojos.

—Entonces, ¿eso significa que me amas? —preguntó Gu Ke Xin con una ceja levantada haciendo que Xiao Hua se enderezara y la mirara incrédulo—. ¿Qué... qué quieres decir con eso?