Con reluctancia y mucha determinación, Yu Dong apartó su mirada de la encarnación de la tentación frente a ella y pasó los ojos por el recibo de la tienda que debía firmar. Pensó en Fang Chi y en su bebé y poco a poco el fuego que ardía en su estómago se apagó, esto era lo que tenía que hacer... necesitaba mantener sus ojos en lo que era importante y simplemente terminar con ello, no había tiempo para babear por un tritón como una joven en celo.
Veamos, el bar necesitaba otro juego de arroz para hacer vino de arroz y fresa y algunos barriles ya que tienen que aumentar la producción del vino por el aumento del número de clientes en el bar y —.
—¿Hey, Yu Dong? —llamó su tentación, no sabía cuándo o cómo, pero él se acercó hacia ella y no había error en la voz baja y ahumada. —¿No vas a saludarme ahora? Eso es de mala educación.