—¿Has perdido la razón? ¡Si tu daga me hubiese tocado entonces habría perdido mi pierna! —Pálida y paralizada de miedo, Ah Cy sintió temblar sus piernas, ni siquiera podía levantarse del tejado por más veces que lo intentara. Al final, abandonó todo el asunto y miró fríamente a Yu Dong.
—¡Te lo merecías! —Tía Wang bufó sintiéndose rejuvenecida, aunque había escuchado que este joven hermano de Ah Cy se había golpeado la cabeza y comenzó a actuar como un niño tonto, al final, era una persona viva. No importa cuán tonto fuera, al final era él quien trabajaba día tras día en los campos, ¿cómo puede ser tan despiadada esta chica y qué hay de no poder dar a luz a una hija? Todos en la aldea sabían que la madre de Ah Cy era una alcohólica adicta, solo sabía cómo beber y dormir todos los días. Si no fuera por la inundación que barrió toda la aldea, esa mujer seguiría en su casa incluso ahora.