—Oye, ¿a dónde vas? ¿Y nosotros? —Alguien vio que Yu Dong se iba sin preocuparse por ellos y de inmediato se molestó—. ¿Qué actitud era esa? Tal vez habían cometido un error, pero seguían siendo del mismo pueblo, ¿no podía compartir un poco de su propio lugar con ellos? Sin embargo, justo cuando la mujer iba a agarrar las mangas de Yu Dong, esta pivotó sobre sí misma y agarró la muñeca de la mujer antes de lanzarla por encima de sus hombros.
Inmediatamente, la mujer cayó de cara en el barro húmedo y su rostro terminó cubierto de lodo por completo. Yu Dong se sacudió las manos y soltó una risita fría hacia la mujer que intentaba agarrarla —Más te vale no pensar que voy a dejarte entrar en mi escondite y darte parte de mi ración, eso es para mí y mis esposos y los mers que estoy cuidando, ya tengo suficientes personas de las que ocuparme así que mejor lleva tu trasero ingrato a otro lugar.