Amante

Yu Dong siguió el aroma, bajo la lluvia el olor de las flores silvestres se había disipado pero con sus sentidos, pudo rastrear el dulce aroma hasta el otro extremo de la montaña. El lugar entero estaba cubierto de una flora espesa y exuberante, apenas podía intuir la presencia de alguna persona viva, mucho menos ver a alguien, ya sabía que la mujer se había ido pero aún seguía los rastros que habían quedado.

Apartó con las manos los arbustos empapados y crecidos antes de dirigirse hacia la dirección de la que venía el olor, para su sorpresa Yu Dong encontró una vieja cueva deshabitada, oculta tras los velos de hiedras silvestres en crecimiento.