—¡Ella está tan enferma! —Xiao Hua, que había estado leyendo la carta junto a Yu Dong, sintió náuseas al mirar las horribles palabras que estaban escritas en el papel, no podía creer que alguien pudiera estar tan loco pero ahora que estaba viendo la escritura en la carta y las enfermizas promesas de amor.
Yu Dong apretó la carta fuertemente en su mano mientras la miraba, una rabia ardiente recorría su cuerpo y soltó un siseo furioso, deseaba poder correr tras la mujer que les había lanzado la piedra pero sabía que perseguir a la mujer no resultaría en nada —No necesitas preocuparte por esto, por el momento, mantén tus ventanas cerradas a menos que venga a tu habitación, ¿de acuerdo? —le dijo con un tono gutural en su voz, le estaba costando quedarse atrás en vez de perseguir a la mujer.