—¡Él me pertenece! —gritó Gu Li, sus palabras eran afirmadas, seguras y duras como su expresión. Estaba claro que no iba a escuchar a nadie, para ella esto simplemente no era negociable.
Yu Dong negó con la cabeza, realmente no podía entender por qué Gu Li se había vuelto así —el sacudir la cabeza justo ahora era por pura maravilla y no un acto de oposición. Podía ver que Gu Li no parecía estar mentalmente inestable, no parecía desequilibrada ni mostraba señales de una paciente que necesitaba cuidados pero en realidad estaba bastante inestable, y por qué Yu Dong no tenía ni idea.
—No puedes simplemente anunciar lo que piensas y esperar que lo que crees se vuelva realidad —giró el cuello de izquierda a derecha—. Pero no voy a decirte nada ni voy a hacerte entender lo que está bien o mal, te atreviste a secuestrar a mi esposo y hasta alzaste la mano contra él, lo que es más, incluso lastimaste a Xiao Hua.
Se acercó unos pasos a Gu Li y dijo con una sonrisa: