Bai Xifeng se sorprendió. ¿Qué tan fuerte era su alma que incluso después de mucho tiempo todavía podía tener conciencia?
—Por supuesto, soy fuerte. Pero mi vida ha terminado. No podía hacer otra cosa más que morir —Kazuya Nakai sonaba orgulloso al principio de la frase y suspiraba al final.
—Oh... —Bai Xifeng asintió.
—No quiero morir así nomás. Así que, dejé algunos pedazos de mi alma y creé pequeños reinos. Si alguien tiene suerte, él o ella podría obtener la herencia de esos reinos —Kazuya Nakai declaró.
«Eres tan caprichoso», Bai Xifeng no pudo evitar pensar de esa manera.
—Esta es la primera vez que veo a alguien de mi mundo, solo de una línea temporal diferente —Kazuya Nakai comentó—. Pero no seré parcial. Te trataré como a cualquier otro.
—Seguro... —Bai Xifeng asintió.
—Disculpa, Xifeng... ¿De qué estás hablando con esa voz? —Xie Lanying dijo.
Bai Xifeng casi olvidó que estaba con otros. —Oh... Olvidé. Hey, ¿qué sigue? —cambió de idioma de nuevo.