—El Comandante Adjunto Cao está presente. Puede continuar —informó el soldado.
—Gracias —Bai Xifeng reconoció respetuosamente.
Luego tocó suavemente la puerta y esperó una respuesta, notando la voz tenue que le decía que entrara. Abrió la puerta y vio un soldado completamente vestido sentado frente a una mesa.
—Tío Cao —Bai Xifeng saludó a Cao Meng.
Cao Meng la miró de arriba abajo mientras observaba a Bai Xifeng. Parecía aliviado al ver que Bai Xifeng no estaba herida ni lastimada.
—Es bueno verte bien —dijo Cao Meng.
—Hmm... Estoy en camino a casa. Solo paso a saludar —declaró Bai Xifeng.
—¿Vas a casa? —Cao Meng se sorprendió.
—Sí. Ya conseguí las cosas que quería —sonrió Bai Xifeng.
—Bien. General Bai ya no tendrá que preocuparse por ti —dijo Cao Meng—. ¿Viajas solo?
—No. ¿Recuerdas a ese hombre que vino conmigo hace tres meses? Todavía está conmigo —dijo Bai Xifeng.
—¿Va a seguirte a la Ciudad Capital? —preguntó Cao Meng.