Amalia intentó subconscientemente detener sus movimientos, pero de repente recordó que, dado que su ropa ya estaba rasgada, podría cambiarse por una nueva más tarde.
Kenny Lin tocó suavemente el área de su esternón con los dedos y preguntó:
—¿Te duele aquí?
Sus dedos eran delgados y justos como el jade, con las uñas ligeramente largas, redondeadas y suaves, como si naturalmente fueran hábiles para manejar una espada.
Cuando sus yemas tocaban su piel, ella podía sentir una sensación de hormigueo por un momento, como si recibiera una descarga eléctrica.
—No duele. Ya lo dije antes, es solo una lesión menor —Amalia se sintió un poco incómoda con esta sensación.
Ella quería retirarse ligeramente, pero Kenny Lin la abrazó de manera preventiva.
—¿Por qué? Todavía no he terminado de mirar. No apliqué mucha presión, así que claro que no duele —dijo Kenny Lin con un dejo de resentimiento.
Amalia tenía un poco de dolor de cabeza: