—Es genial ser joven —dijo Renshu Chang con una sonrisa sincera—. Luego se dio la vuelta y se alejó.
Sin embargo, la conversación bajo el sol poniente no fue tan agradable como Renshu Chang había imaginado.
—Mi amor, no nos hemos visto por un mes. ¿No vas a hacer algún gesto?
—¿Por qué cambiaste mi título de repente otra vez? En el pasado, era bebé, cariño, esposa, prometida, y así sucesivamente.
Amalia no había escuchado nuevos términos desde hace mucho tiempo.
—Probemos algo nuevo —Kenny Lin casi se echó sobre ella.
Amalia no lo apartó y dijo con calma:
—Hay gente cerca. Si nos ven, podría no verse bien. Otros podrían pensar que solo recibo tus favores porque estoy vendiendo mi cuerpo.
La expresión de Kenny Lin se volvió peculiar mientras su mirada la barría como un láser:
—Entonces, ¿cuándo planeas venderme tu cuerpo?
Amalia le lanzó una mirada de reojo.
—Nunca me vendo.