—Anne, has llegado a una gran finca, sus jardines llenos de hermosas rosas. Tu príncipe está en el jardín, saludándote con la mano. Su voz es suave, y su sonrisa es cautivadora. Paso a paso, caminas hacia él.
La respiración de Anne se aceleró, y sus pies se movieron ligeramente.
—¿Cómo podría olvidar? El atuendo favorito de Leonard siempre fue un traje blanco. Desde el momento en que lo vio por primera vez, Anne pensó que era el hombre más apuesto del mundo.
—Anne, ahora puedes cerrar los ojos e imaginar lentamente el mundo que te estoy describiendo —dijo Eric.
Anne se relajó, siguiendo las instrucciones de Eric. Su voz era tan suave y tranquilizadora que todas sus preocupaciones parecían desvanecerse.
—Sigues al príncipe hacia un túnel. Dime, ¿cómo es? —preguntó Eric.
La frente de Eric estaba perlada de sudor mientras se concentraba intensamente en guiar las emociones de Anne.