—Ella permanecía tranquila, observando en silencio a Tiffany. La expresión serena en sus ojos sorprendió a Tiffany y la llenó de frustración.
Había llegado esperando ver a Ella agitada, desesperada, quizás incluso histérica.
Pero esta mujer, no importa los desafíos que enfrentara, se mantenía tan firme como una montaña y tan tranquila como una brisa—incluso ante la muerte.
El pecho de Tiffany subía y bajaba rápidamente mientras su rostro se retorcía de ira. —¡Ella! ¿Por qué no dices nada? ¿Por qué no estás llorando, suplicando o desmoronándote? ¡Eric te abandonó! ¿No te sientes como un fracaso? ¿No piensas que eres patética y miserable? —gritó Tiffany.
Los pálidos labios de Ella se curvaron en una leve sonrisa y, a pesar de su pálido semblante, su rostro pareció recobrar un toque de vitalidad.