Dorian saltó emocionado, su lindo rostro irradiaba una brillante sonrisa.
Al ver a su hijo así, a Eric no le quedó más remedio que acceder. Con un suspiro de resignación, se levantó y dijo —Está bien, vayan ustedes dos. Nosotros nos cambiamos y nos lavamos, luego nos encontramos abajo.
Al escuchar las palabras de Eric, Dorian y Elias gritaron de emoción y bajaron corriendo las escaleras como un torbellino.
La Sra. Moore y la Sra. Harris esperaban afuera disculpándose. Ella sonrió cortésmente, las saludó y luego cerró la puerta.
Mientras Eric se cepillaba los dientes y se lavaba la cara, murmuró —Ella, ¡has dado a luz a un glotón y a un pequeño travieso!
—¿Qué quieres decir con que *yo* di a luz? ¿No contribuiste tú también? ¿O estás insinuando que los niños son de otro? —Ella arrugó la nariz, levantando las cejas en señal de molestia.