Sin embargo, la otra parte se ocultaba demasiado profundamente. No importaba cuánto lo intentara, no podía descubrir su identidad.
Quedaban muy pocas pistas. Había contratado detectives y había pasado innumerables noches en vela investigando, pero no había progreso.
—¿No puedes dormir?
—Mm, no puedo dormir.
—Entonces acompáñame a charlar —dijo Eric mientras se secaba el cabello con una toalla.
Ella extendió la mano y le dio una palmada en el robusto pecho. —Solo por media hora, luego necesitas dormir. Cariño, toda nuestra familia depende de ti, así que debes cuidarte.
Eric se quedó congelado por un momento. La ternura en los ojos de Ella era tan sincera, ya no forzada como había sido en el pasado.
Él asintió, dejó la toalla a un lado, y gentilmente besó su mano. —Gracias, mi amor.
Ella sonrió a través de sus lágrimas.
Ya había atenuado las luces, así que aunque sus ojos brillaban con lágrimas, Eric no se dio cuenta.