Everett sonrió desvergonzadamente —Por supuesto, incluso con ropa, puedo imaginar cómo te ves sin ella.
—Aurora, te odio, te detesto. ¡Por favor, aléjate de mí! —el temperamento de Aurora estalló, pero no pudo liberarse de su gran agarre, fuerte como el hierro.
Su mano sujetaba su delicada muñeca tan fuertemente que dejaba marcas, haciendo que su piel se enrojeciera.
—¿Me odias? —parece recordar que aquella noche cuando te salvé, trepaste a mi cama —había disgusto en los ojos de Everett—. No finjas ser pura. ¡No eres digna de eso!
Aurora estaba tan enojada que casi lloró. Después de que él la salvara esa noche, la llevó de vuelta al hotel a pasar la noche. Pero él actuó como un caballero, sin hacer movimientos inapropiados.
Sin embargo, esa noche tuvo una pesadilla y, en un estado aturdido, terminó en la cama de Everett, lo que lo llevó a malinterpretar que ella estaba tratando de seducirlo.