Ella encogió ligeramente el cuello.
—¿Esa realmente soy yo en el cuadro?
Parecía tan etérea, casi irreal. ¿Era realmente tan bella?
Eric soltó una risita.
—¿Quién podría ser si no? Si no eres tú, entonces, ¿quién? ¿Sientes una sensación de satisfacción por lo bella que es?
Ella rió. Por supuesto, se sentía satisfecha. Toda mujer tenía algo de vanidad, solo era cuestión de cuán fuerte era.
—Por supuesto. Pero solo si tú crees que es bello, entonces sí me sentiría realmente satisfecha.
La implicación era clara: no le importaba cómo la vieran los demás. La única opinión que le importaba era la de él.
Eric había estado de mal humor antes, pero al oír eso, no pudo evitar sonreír. Su cálido aliento cayó sobre la nuca de Ella.
Antes de que ella pudiera reaccionar, la giró y capturó sus labios, su beso profundo y absorbente.
Ella instintivamente rodeó su cuello con los brazos, respondiendo a su pasión.