Aurora observaba en silencio mientras Alexander y Peyton caminaban hacia el patio trasero. Su corazón se sentía como si estuviera siendo desgarrado, pero gradualmente, se fue entumeciendo.
Quizás cuando el dolor alcanza su pico, una persona deja de preocuparse por cualquier herida futura.
En ese momento, el sonido de pisadas vino de arriba. Peyton se dio la vuelta y al ver a la anciana arriba, inmediatamente sonrió y gritó —¡Tía, finalmente bajaste! ¡Hemos estado esperándote por tanto tiempo!
La Sra. Wilson era apoyada por la Sra. Wilson y Madison mientras bajaba. A los setenta años, su delgada figura y rostro arrugado se asemejaban a la corteza de un árbol, como una brizna de hierba meciéndose en el viento...
Pero sus ojos todavía estaban agudos. Al ver a Peyton, la Sra. Wilson sonrió suavemente —Peyton, así que eres tú… Has sido tan despiadada, ¡no venir a ver a tu tía por meses!