Siguió fumando, como si intentara disolver toda su frustración en el humo ascendente, dejándolo irse con el viento. Tobias miró la hora: ya pasaban las 11 PM, pero su joven maestro no mostraba intención de irse. Las noches de otoño eran especialmente frías en Ciudad S, dada su proximidad al mar. De pie allí, Tobias podía sentir el frío calándole hasta los huesos, haciéndolo querer huir del aire helado.
—Joven Maestro, es tarde. Volvamos —finalmente habló Tobias, sabiendo que estaba arriesgando su trabajo. Tenía la sensación de que Everett se quedaría allí hasta la mañana de lo contrario.
Everett le lanzó una mirada fría, afilada como la escarcha. Tobias tembló involuntariamente. Sin decir nada, Everett sacó otro cigarrillo, solo para darse cuenta de que era el último del paquete. Lo fumó hasta el final, luego lanzó la colilla a un basurero cercano antes de darse la vuelta y alejarse del vecindario.