—¿Somos tan tontos como tú? —Everett le respondió con una sonrisa burlona.
Su rostro, normalmente serio, llevaba un toque de travesura, haciendo que las mejillas de Aurora se pusieran coloradas.
Su cara y orejas ardían.
—Oye, ¿por qué siempre me llamas tonta? —Aurora arrugó la nariz en frustración.
De hecho, se veía bastante adorable cuando estaba enojada, y Everett sintió un repentino tirón en su corazón.
Realmente, realmente quería abrazarla.
Y realmente, realmente quería besarla.
Pero… Everett se obligó a reprimir el impulso. Giró la cabeza, negándose a dejarse tentar.
Si quería un futuro real con Aurora, tenía que ir despacio: ganarse su confianza, construir una conexión y ayudarla a olvidar los momentos desagradables entre ellos.
—La verdad siempre es difícil de escuchar —dijo Everett sin rodeos.
Después de terminar varios muslos de pollo, dos sándwiches y una botella de agua, finalmente apagó el fuego.