Todos miraron atónitos. Dominic y Eleanor tenían la boca abierta de par en par.
El rostro de Aurora se había puesto pálido. No tenía idea de dónde había ido a parar el bicho, y antes de que pudiera siquiera reaccionar, Everett ya había corrido hacia ella y—sin darle oportunidad de protestar—metió la mano en su ropa y atrapó al insecto que se arrastraba.
Aparte del grito de Aurora, todo el set quedó en un silencio atónito.
Algunas personas estaban impactadas. Otras contenían la risa. ¿Y las demás? Claramente celosas.
Everett, completamente impasible, sacó el bicho con calma y miró a la temblorosa Aurora con preocupación.
—¿Estás bien? —preguntó.
—¡Ahhh! —gritó Aurora—. ¡Pervertido! ¡Aléjate de mí! ¡No me toques!
Aurora de repente empujó a Everett con fuerza, retrocediendo unos cuantos pasos y agarrándose la camisa. Su rostro y orejas estaban rojos como un tomate, casi en llamas.
Este tipo… realmente metió la mano en su ropa… frente a todos.