Aurora se sentía fatal. Creció en la casa de otra persona, siempre cuidando su tono y leyendo el ambiente. Incluso ahora, viviendo sola, todavía tenía que lidiar con la actitud de la señora Wilson.
Su vida no había sido más que sofocante. Quería responder, pero por respeto a su tío, quien siempre la había tratado bien, se mordió la lengua.
—Tía, si a Kimi no le gustó el regalo, simplemente le enviaré dinero. Por favor, ayúdalo a comprar lo que quiera —dijo Aurora con calma, aunque por dentro estaba hirviendo.
¿No se supone que la familia debe ser solidaria? Desde que comenzó su carrera, había enviado casi dos millones a la señora Wilson.
Pero a los ojos de su tía, aún parecía que Aurora le debía todo.
—Bueno, eso también funciona, jaja. Honestamente, lo entiendo. A la Abuela no le gustas, así que es comprensible que no quieras venir —dijo la señora Wilson, suavizando repentinamente su tono.
Aurora sintió náuseas. La única razón por la que había llamado era por dinero.