Faye ignoró las burlas de Sterling y se levantó. De puntillas frente a él, examinó cuidadosamente sus ojos rubí para asegurarse de que realmente era él y no Arvon, el travieso dragón rojo que hacía otra reaparición no deseada.
—¿Qué estás haciendo? —preguntó el Duque, captando la expresión recelosa en los ojos de Faye.
La declaración de Faye fue plana y llena de una intensidad subyacente cuando dejó en claro, —Me estoy asegurando de que eres tú ahí detrás de esos ojos carmesí probando mi paciencia y no el demoníaco Draco Arvon. Por un momento, me asusté. Por cómo me estás molestando tan cruelmente, era casi imposible discernir si eras tú o él.
El Duque rió ante la admisión de Faye. —Te prometo, dulce niña, él no te molestará nunca más.
Merrick se acercó para verificar si el comandante y su duquesa estaban preparados para partir. —Comandante, hemos terminado aquí. ¿Están listos usted y la Duquesa para volver a la Fortaleza?