Mielle miró con ira a Andre. —¿Por qué vas a permitir un duelo entre estos jóvenes, y más aún con espadas?
Una pequeña risa se escapó de los labios de Andre mientras escuchaba las preocupadas palabras de Mielle. —No serán espadas de verdad. Solo usarán espadas de entrenamiento de madera.
—No permitiría que Tobias perdiera con una espada real. Destrozaría a ese patán en pedazos de un solo golpe.
—Ahora tengo una pregunta para ti, ¡Miel! —Andre dijo, con una expresión de curiosidad—. ¿Te importaría explicar por qué estabas abrazando y besando a mi escudero?
—¿Y por qué tienes los ojos rojos? —Andre agarró la barbilla de Mielle entre su pulgar e índice, inclinando su rostro para poder ver mejor sus ojos—. ¿Quién te hizo llorar?
Mielle alzó las manos y negó con la cabeza. —Despacio con el interrogatorio. Estoy bien… y no es quién me hizo llorar, sino ¿qué?
—Está bien, sigue y explica —Andre la animó—. ¿Qué hizo que mi dulce chica se pusiera tan triste que derramó lágrimas?