Angus extendió su puño cerrado. —Esto es lo que ella quería que te diera.
Abrió su robusto puño y dejó caer algo redondo y dorado sobre la mesa. Hizo un ruido al chocar contra la madera y giró hasta detenerse bajo la mano de Carter.
Era un anillo de oro de mujer con una piedra de color amatista fracturada en su centro.
Cuando levantó el anillo con los dedos para examinarlo mejor, sus ojos captaron un movimiento a su lado, y giró la cabeza hacia arriba para encontrar a Dahlia acercándose hacia él como humo.
—Eso era de Willows… —dijo ella con un tono lleno de tristeza.
La mirada angustiada en el rostro de Dahlia lo decía todo, y lágrimas silenciosas recorrían sus mejillas.
Carter sintió un profundo remordimiento por no haberla escuchado antes y por haber desestimado sus preocupaciones sobre lo que había presenciado como una imaginación demasiado activa.