La luz del amanecer aún no había alcanzado el suelo, y Andre se encontró de nuevo en el hedor sofocante de la mazmorra. Estaba de pie junto a Kellem, que sudaba a mares aunque el lugar se sentía bajo cero.
No pasó mucho tiempo antes de que Andre oyera al comandante y a los demás siguiéndolo. Sir Merrick y Sir Carter aparecieron en las escaleras, justo detrás del Duque, mientras entraban en el campo de visión de Andre.
Sterling fue el primero en hablar.
—Buenos días, ayudante de cocina, Kellem. ¿Dormiste bien anoche? —preguntó.
Kellem encogió los hombros al Duque y respondió.
—Tan bien como se puede esperar de un hombre condenado.
—Entonces, ¿comenzamos el interrogatorio? —preguntó Sterling.
Kellem asintió, mirando a su alrededor en la habitación a ellos, observándolos.
—Anoche, después de leer la carta que ibas a enviar al Rey Minbury, noté que era casi palabra por palabra lo que se discutió en la reunión secreta del consejo.