—¡Exijo que me traigan a la duquesa! —ladró Sir Wymar a los caballeros de Sterling, quienes lo empujaban a él y a varios de los caballeros reales que lo acompañaban.
Justo cuando Faye entró al gran salón de la fortaleza para ver qué era el disturbio, captó la atención de Sir Wymar.
—¡Tú ahí...! ¡Detente! —gritó, señalándola con el dedo.
La expresión de Faye era de shock y miedo. Tras su experiencia con él en los campos de entrenamiento y sus amenazas, estaba aterrada del hombre y no quería nada que ver con él.
Mielle agarró a Faye del brazo superior, sin darle tiempo al enojado comandante de caballeros de capturarla, y las llevó hacia las escaleras.
—Tenemos que alejarnos de aquí, su Gracia —urgía Mielle.
Faye no dio ningún argumento y subió rápidamente las escaleras con su doncella arrastrándola consigo. No habían llegado ni a la mitad de la escalinata cuando Sterling apareció al inicio de las escaleras. Se apresuró en dirección a Faye y Mielle.