Su actitud hacia él había cambiado drásticamente, no porque lo odiara, sino porque ya no lo amaba.
Sin embargo, él realmente detestaba el amor que ella sentía por él; su amor era demasiado exigente y sofocante, haciéndolo sentir incómodo y con ganas de huir.
Ahora que sabía que ella ya no lo amaba, soltó un suspiro de alivio, sintiéndose casi liberado.
Esta liberación consumía todo su corazón, dejando sin espacio el tenue sentimiento de pérdida que aún residía en él.
Sonriendo con encanto, Ruan Tianling pellizcó su rostro y dijo con una sonrisa entrecerrada:
—Ya que ambos estamos de acuerdo, recuerda cooperar conmigo incondicionalmente durante este mes, ¿vale?
—Por supuesto —respondió Jian Yufei, asintiendo en acuerdo.
Mientras no tuviera que tener un hijo suyo, no le importaba seguirle el juego.
Como si hubiera pensado en algo, Ruan Tianling se levantó abruptamente, ordenándole:
—Cambia tu ropa y ven conmigo.