Jian Yufei no elaboró más sobre su afirmación, creyendo que la justicia residía únicamente en su corazón.
Ruan Tianling frunció levemente el ceño, lanzando una mirada fría a la desafiante Jian Yufei.
—¡Vaya que tienes lengua afilada! Sin embargo, la verdad está ante nosotros. No importa cómo argumentes, ¡nadie te creerá! —Xu Man declaró fríamente antes de volverse hacia los agentes de seguridad que sostenían a Jian Yufei.
—¡Hazla arrodillarse y pedirnos disculpas! —siguiendo la orden, los guardias empujaron con fuerza a Jian Yufei, intentando hacerla arrodillar. Ella apretó los dientes y resistió, pero sus rodillas comenzaron a doblarse lentamente bajo su opresión.
El elegante y extravagante salón del banquete estaba lleno de personas influyentes.
Sin embargo, nadie intercedió por ella. Todos la observaban fríamente, siendo testigos de la humillación de una mujer sin respaldo. Detrás de su ostentosa vestimenta, todos eran arrogantes y desalmados.