El pequeño cachorro yacía en los brazos de Jian Yufei, su anterior actitud feroz ahora reemplazada por una total dulzura. Afortunadamente, su nueva dueña era muy amable y no lo regañaba ni le pegaba. El perro estaba seguro de que tendría una buena vida siguiéndola.
—Hola, mi nombre es Ma Qing. El señor Ruan me contrató para enseñarte cómo cuidar cachorros. Espero que podamos trabajar bien juntas.
Ma Qing extendió su mano para un apretón de manos. Jian Yufei, por cortesía, estrechó su mano y se volvió para preguntarle a Ruan Tianling:
— ¿Por qué querrías que criara un perro?
—Criar un perro te dará algo que hacer todos los días. Vivir aquí no sería tan aburrido entonces.
Los ojos de Jian Yufei se movieron ligeramente. ¿Sabía él algo?
Ruan Tianling miró su reloj y dijo:
— Ustedes dos pueden charlar. Tengo algunos asuntos que atender, así que me iré primero.
Tía Li le entregó su abrigo, y él se fue con él.