—Te he dicho, no dejaré que te lastimen de nuevo, deberías creerme. —Parecía que solo podía pronunciar estas palabras.
—¿Por qué debería creerte? —replicó Jian Yufei sarcásticamente.
—¡Porque soy el padre de tu hijo, y quiero casarme contigo de nuevo! No puedo herirte, ¡ni dejaré que nadie más lo haga!
Jian Yufei lo miró fijamente y preguntó:
—¿Qué pasa si Yan Yue intenta lastimarme?
—¡No dejaré que te lastime!
—¿Y si lo hace?
—¡Te he dicho que no dejaré que te lastime! —Ruan Tianling alzó la voz, usando esta declaración firme y fuerte para consolarla, y al mismo tiempo, era su propio consuelo.
No permitiría que algo así sucediera.
Aunque su amor por Yan Yue había decaído, ya no le importaba. Pero aún así no quería ver a Yan Yue cometer errores, no quería que se destruyera.
Jian Yufei dejó de insistir.
La respuesta estaba clara, Yan Yue siempre estaría en su corazón.
Ella no estaba celosa, ni quería que él dejara de amar a Yan Yue y la amara a ella.