—Me estaba matando —susurré para mí mismo—. Estar sentado y esperando me estaba matando. Apenas pude dormir un guiño toda la noche. Cada segundo mis ojos se dirigían a mi teléfono hasta que agoté la batería una y otra vez, esperando una llamada de vuelta de Lyla o de la Niñera.
Mis cascos golpeaban la tierra húmeda mientras me esforzaba más, el aire fresco de la mañana cortaba mis pulmones mientras corría a través del denso bosque como Ragnar—mi lobo. Quería escapar de la incertidumbre que había echado raíces desde que ayudé a Lyla a regresar de su estado semi-atrapado.
Quería huir de las palabras que El Oscuro había susurrado en mis ojos, con confianza desbordante en los suyos cuando me dijo que me había estado esperando y que sabía que yo vendría.
Quería huir de la presión de liderar la manada. Todo lo que quería era acostarme al lado de Lyla y olvidar.
—¡Oh! Cómo quería olvidar todo... —murmuré con anhelo.