Miriam
El sol del atardecer colgaba bajo en el cielo, proyectando largas sombras sobre el terreno del festival. Las risas resonaban desde los puestos cercanos mientras el personal y los sirvientes seguían moviéndose, haciendo los últimos toques a cada arreglo.
Bajo todo eso, las palabras de Jeremy resonaban en mi cabeza, haciendo hervir mi sangre.
—¿Qué acabas de decir? —pregunté.
—Dije —repitió él con frialdad—. Dile a tu hija que se aleje de mi hijo. Esto ya ha durado demasiado y no lo soportaré más.
Giré sobre mis talones, mis ojos ardían de ira. —¿Alejarse? ¿Estás hablando en serio, Jeremy? Después de todo, ¿aún quieres jugar a este juego? Madura de una vez. Han pasado años. Se aman. ¿Por qué no puedes dejarlos en paz?